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Se nos acaba el agua: la crisis que nos alcanzó y que no queremos ver, pese a que existen alternativas

No cuidamos el agua y ahora estamos sufriendo las consecuencias. La crisis del agua y sus inevitables sequías están alcanzando los rincones de México y, de acuerdo con expertos, este problema tiene muchas causas, así como alternativas para frenarlo.

Sin importar que estamos al borde del colapso hídrico, en México seguimos consumiendo agua como si se tratara de un bien ilimitado. Mientras tanto, gran parte de los ríos y los lagos que en su momento sirvieron para atender las necesidades básicas de la población, ahora están atravesando un momento crítico que se acerca a la sequía.

Frente a la sobreexplotación, el calentamiento global, los megaproyectos, los malos hábitos de consumo y la desigualdad en su acceso, “la conclusión es que vivimos en un riesgo constante de no tener agua”. Así nos lo advierte en entrevista Luis León, director de operaciones de CasAgua, un proyecto social y empresarial que tiene como base la sustentabilidad y el uso responsable de este recurso vital.

El anuncio vino acompañado de la declaración del inicio de emergencia por sequía, en donde esta instancia precisó que siete de cada diez municipios del país no contaban con toda el agua que necesitan.

Hasta el 15 de julio, por ejemplo, el Monitor de Sequía en México (MSM) de la Conagua registró diversos niveles de sequía en prácticamente todo el norte del país.

De por sí, México es un país que ha vivido con la ilusión de que tiene extensas reservas de agua. La realidad es otra, ya que la escasez afecta, hoy por hoy, a casi 15 millones de personas, aunado a que el 30% de la población tiene un acceso deficiente.

“Convivimos continuamente con el riesgo de llegar al Día Cero”, dice Hernández. Ese momento, explica, será cuando básicamente ya no haya agua o, mínimo, se termine su acceso libre y por ende, tenga que ser racionalizada.

Sucedió en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, por allá de marzo del 2018. Afortunadamente, entre una mezcla de lluvias y conciencia ciudadana, han podido salir adelante, pese a que el riesgo sigue latente.

Pero a pesar de que llegamos a un punto de escasez del que se podría pensar que ya no hay retorno, todavía estamos a tiempo de ponerle freno y recuperar el tiempo perdido. Aunque para ello, es pertinente entender primero los porqués detrás de esta tragedia hídrica.

¿Cómo es que llegamos a este punto?

Lo cierto es que estamos frente a una mezcla de factores que, unidos, terminaron siendo una bola de nieve que está por caernos encima en forma de avalancha.

En entrevista para Telokwento, José Arturo Gleason Espíndola, Doctor en Urbanismo y Jefe de Laboratorio de Tecnologías para la arquitectura y urbanismo sustentables de la Universidad de Guadalajara, nos explicó que es un problema que tiene muchas dimensiones.

Por un lado, el calentamiento global y la crisis climática han erosionado los entornos, provocando que el agua se agote o, en su defecto, que existan temporadas de pocas lluvias. Por el otro, la pésima gestión que le hemos dado a los territorios y por ende, al agua.

“Mucho de nuestro territorio ha sido degradado y deteriorado”, dice Gleason, que también es consultor privado en temas hídricos. Esta depredación de los suelos, explica, ha dado paso a que la vegetación se esté agotando.

“Estamos extrayendo agua que ya no hay”, dice Hernández. “El consumo del agua crece tres veces más que la población mundial”, sentenció.

De acuerdo con Gleason, el top 3 de sectores que consumen el agua es:

  • El sector agrícola con sistemas de riego ineficientes.
  • El sector industrial que utiliza agua de manera desmedida para sus procesos de producción.
  • Los domésticos, que en nuestras casas hacemos un uso irresponsable.

Gobiernos ineficientes

Claro está que los gobiernos locales, estatales y municipales por lo general se han despreocupado de la situación hasta el punto de enfrentarla cuando ya es demasiado tarde y la escasez está a la vuelta de la esquina.

“Hemos visto, lamentablemente, que muchos de los gobiernos cuando piensan en agua piensan en presas”, dice Gleason.

“Nuestra relación con el agua se ha convertido en entubar ríos, en utilizar y observar el agua como desecho”, asegura Hernández, que también dice que toda esa agua que se tira se podría tratar y rehusarse.

La cantidad de agua gris que se desperdicia y que podría ser reutilizable, explica Hernández, es cerca del 70%. Esta termina por no tratarse y regresar al medioambiente, donde además, contamina.

Esta mala gestión se ve en la Ciudad de México, por ejemplo. El director de CasAgua detalló que en la capital mexicana “viven a cántaros” –en referencia a que llueve mucho e incluso hay inundaciones–. Aún así, paradójicamente, “la población no tiene agua”.

Por su parte, la transparencia y acceso a la información en relación al uso del líquido tampoco es algo de lo que se habla mucho y, aún así, sucede. De acuerdo con Luis León, Conagua tiene datos muy importantes, pero su plataforma es inaccesible para la población en general, además de no estar automatizada en tiempo real y que sus datos abiertos, si bien informan, no están enfocados a solucionar o regular el problema.

“La mayoría de personas desconoce cómo es que llega el agua a su casa”, ejemplifica Gleason. Él explica que deberían existir sistemas de medición que nos puedan decir cuánta agua entra a las cuencas, cuánta agua hay en el suelo y con cuanta agua contamos. “Nadie de nosotros tiene una cuenta bancaria sin saber cuánto dinero tiene”, dice a modo de entender cómo es que desconocemos la situación de nuestra agua.

Empresas irresponsables

Sin embargo, no podemos dejar de lado a los privados, que han sorteado su responsabilidad para utilizar este bien y con ello, han fomentado un consumo excesivo y preocupante.

De su parte existe “una sobredemanda creciente por el agua industrial”, de acuerdo con Gleason. “Lamentablemente se siguen extrayendo grandes cantidades de agua subterránea”, sobre todo para procesos industriales y agrícolas, detalla.

“Los megaproyectos, a partir de muchas concesiones que principalmente no están totalmente transparentes, también están afectando en temas de derechos humanos a otras personas”, señala Luis León.

El director de CasAgua hace énfasis en el caso de la planta de Bonafont ubicada en el municipio de Juan C. Bonilla, Puebla, que fue tomada el año pasado por sus pobladores con el fin de detener la explotación de sus mantos acuíferos por parte de esta empresa. Al final, él explica que las autoridades los desalojaron y, hasta la fecha, la empresa no ha querido salir de la localidad. Incluso los habitantes denunciaron simulación por parte del gobierno y los privados para seguir explotando la zona.

Aún así, durante todo el tiempo que se pararon las operaciones, de acuerdo con Hernández, se ahorraron alrededor de 589 millones de litros de agua.

En suma, mientras las condiciones del cambio climático aumentan, los megaproyectos hídricos como el embotellamiento del agua en comunidades terminan por complicar la situación. “Les están quitando el agua”, sentencia Hernández.

Desigualdad: no todos tienen acceso

Por último, es necesario entender que quienes ya están sufriendo hoy en día la escasez, son los grupos más vulnerados.

Las personas en las periferias que tienen falta de acceso al agua utilizan pipas que les llevan este bien, cuenta Hernández. “Esa es también una condición de desigualdad”, ya que “no reciben los beneficios de lo que es una red pública establecida”, detalla.

Así, el pipero pasa cuando puede o quiere, y la gente depende de ello.

“Se generan otras relaciones de poder en las que, quien controla el agua, en este caso el pipero o la empresa que está detrás con los intereses que están detrás, sobre las comunidades que no tienen acceso al agua”, sentencia el director de CasAgua.

Al final, Hernández pide que no olvidemos que hablamos de un derecho humano que, en estas comunidades, no está siendo respetado.

No basta con políticas públicas, dice. Es necesario que cada sector y persona transitemos hacia un modelo de uso de agua más responsable y sustentable. De ahí, vienen las alternativas de uso.

Alternativas: ahora o nunca

Así como hay problemas, todavía, hay soluciones que, si bien no terminarán con la crisis, sí pueden mitigarla y democratizar el uso de este recurso vital.

De acuerdo con Gleason, hay dos ámbitos de impacto: el individual y el colectivo.

El primero habla más de nuestros hábitos y el segundo, de acciones concretas como políticas públicas para la preservación y cuidado del agua desde un enfoque de educación ambiental.

Una de las soluciones que más ha sonado en los últimos años y que tenemos a la mano desde lo público y lo individual, son los sistemas de captación de agua de lluvia.

“Uno pensaría que es muy complejo –los sistemas de captación–, pero son condiciones muy sencillas”, dice Hernández, que además explica que existen tantas modalidades para hacerlo como opciones de uso; desde poner cubetas cuando llueve y utilizar esa agua, hasta usar filtros con infraestructura especializada para su consumo.

La lógica es sencilla: si llueve, podemos usar esa agua para nuestra demanda diaria. Además, pueden instalarse desde en una casa pequeña, hasta en edificios como escuelas, hospitales y más. Su uso e instalación dependerá de las condiciones, aunque son viables.

De acuerdo con Gleason, existen, de manera general, etapas para tener un sistema de captación de agua de lluvia, las cuáles son:

  • Captación: tomar el agua de lluvia por medio de cubetas o tinacos.
  • Conducción: que sea transportada por tubos o canaletas.
  • Cisterna: una instalación que nos permita almacenarla.
  • Sistema de bombeo: extrae el agua y la puede llevar a un sistema de filtros donde se limpia para luego ser usada.

Luis León lo dice de una manera muy concreta: “Entender que cuando llueve, tenemos un recurso que utilizar”.

Así, estos mecanismos proveen de agua a las casas, haciendo uso de diferentes técnicas como filtros, tanques y tubos PVC.

“Son la primera respuesta en términos de política pública para poder hacer llegar agua”, agrega Hernández, que hace un llamado a que los gobiernos volteen a estos mecanismos. “Considero que es más eficiente eso a instalar tuberías en donde no habías instalado tuberías durante años”.

El académico de la Universidad de Guadalajara dice que es momento de transitar a este cambio. Él pone de ejemplo los sistemas de drenaje, que hasta hace dos siglos no eran bien vistos y la gente tiraba las aguas negras a la calle. Al final, las sociedades evolucionaron y posicionaron redes sanitarias para desalojar los desechos. “Algo similar tiene que pasar con el agua de lluvia, ya no tenemos todo el tiempo del mundo”, sentencia.

Pero ambos coinciden que estos sistemas apenas son una parte de la solución. Por ello, el director de CasAgua da una lista general de alternativas para atender esta crisis:

  • Sistemas de captación de agua de lluvias; que son viables, económicamente rentables y no se necesita mucha tecnología para colocarlos.
  • Tratamiento de aguas grises, enfocado en la reutilización del líquido que aún seguimos viendo como “desecho”.
  • Filtros en casa.
  • Datos y tecnologías; que son más complejos, pero pueden ser sistemas de monitoreos o sensores para entender cómo funciona el agua y así, por ejemplo, detectar fugas. En CDMX, según Hernández, se estima que alrededor del 40% del agua se pierde en fugas. “No se puede solucionar lo que no se puede medir”.

Es por ello que uno de los proyectos de CasAgua es The Water Transparency Foundation, que tiene como objetivo transparentar la información de los procesos y usos del agua para que sea accesible para toda la población. Además, en Ciudad de México tienen el Proyecto de Renovación Sostenible, que es una casa ubicada en la colonia Condesa en la que ya tienen sistemas de captación sumado a paneles solares para ser pioneros en la creación de hogares sostenibles.

Al respecto, todas estas medidas van acompañadas de una nueva visión desde la arquitectura y construcción de nuevas ciudades, en donde los nuevos sistemas de captación, filtración y reutilización sean la prioridad. Luis León pone de ejemplo el tener un mecanismo tan sencillo como reusar el agua con la que nos bañamos para los inodoros.

Arturo Gleason concluye que, en lo individual, las personas tienen que hacer un micro-pacto social en sus casas, en donde toda la familia esté enterada de la crisis y de lo que viene en aras de aplicar una estrategia de bajo consumo.

Aún así, tenemos el tiempo encima. Hablar de solucionar el tema del agua no es solamente hablar de captación, sino de un cambio de consciencia que abarcan todos los sectores de la población, advierte Gleason.

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