Pocos como el expresidente peruano Alejandro Toledo, que pasó de ser la esperanza de su pueblo a ser perseguido por mañoso. Tras seis años de estar en Estados Unidos —donde estuvo un rato detenido—, el Departamento de Justicia autorizó su extradición a Perú para que allá enfrente las acusaciones que tiene por presuntamente haber recibido unos 35 millones de dólares en sobornos de la constructora Odebrecht, que se benefició con concesiones en obras públicas. Si no te sabías esta novela, fíjate que Toledo llegó con bombo y platillo a la presidencia en 2001, aunque años después destaparon sus movidas y con ello vinieron los procesos judiciales.