Las pandillas pintaron de sangre las calles de El Salvador el fin de semana. De la supuesta paz que según habían pactado con el gobierno, pasaron a la carnicería en tan solo 48 horas. Y es que hasta ahora se han registrado 76 asesinatos, empezando el viernes con 14 y rematando con 62 el sábado. Más allá de que cada pérdida es una tragedia, los números convirtieron a este fin de semana en la jornada más violenta en la historia del país desde el fin de la guerra civil, según datos oficiales. Así, la cifra de víctimas fue llegando al despacho del presidente, Nayib Bukele, que por la desesperación tuvo que ir a pedirle consejos al Congreso, que él controla, y al final se decidió decretar un régimen de excepción. ¿Qué significa eso? De entrada, la suspensión de garantías constitucionales, facilitando los arrestos y dejando a la gente en sus casas, además de cerrar de un jalón negocios. Al final, Bukele pidió que dejen a sus fuerzas “hacer su trabajo”, amenazando hasta a los jueces.