Y es que, a finales de octubre, cientos de trabajadores de la fábrica de Foxconn se unieron para manifestar su descontento por las estrictas condiciones de vida a las que habían sido sometidos desde que las autoridades detectaron un brote de coronavirus dentro de las instalaciones. Nada más para que te des una idea de la situación que vivieron, el "circuito cerrado" es una medida que se impuso en las fábricas chinas donde se prohíbe que los empleados puedan salir de la planta; esto, según, es para evitar más contagios.
Días antes de que esto ocurriera, un grupo de empleados migrantes de Guangzhou organizó una estampida que, aunque apenas duró 20 minutos, logró tumbar unas vallas que los mantenían bajo confinamiento, así como algunos puestos donde se realizaban pruebas PCR.
Si damos oootro pasito para atrás, otro incidente que colmó la paciencia de la gente en China, ocurrió durante la madrugada del domingo 18 de septiembre, cuando un autobús que transportaba a decenas de personas rumbo a un centro de cuarentena especializado en COVID-19 se estrelló y, desafortunadamente, cobró la vida de al menos 27 personas.
¿Y las autoridades?
Fíjate que los uniformados del líder del país, Xi Jinping, dieron un golpe de autoridad después de que patrullaron las ciudades, poniendo barreras en las calles, en un intento por frenar las nuevas protestas, interrogando a transeúntes e incluso deteniendo a algunos manifestantes. Eso sí, aunque la mayoría de las movilizaciones fueron pacíficas, estas acciones provocaron algunos enfrentamientos con la policía en Shanghái y en Wuhan.