Vi el documental Amén: Francisco Responde por recomendación de una amiga y ahora, pensando en recomendárselo a ustedes, pienso con pinzas y alfileres cómo escribirlo, porque con los diferentes temas que trata, es muy fácil desdibujar los límites de lo que me concierne escribir y no en este espacio. Sin embargo, me parece importante escribirlo no sólo como un ejercicio para poner en orden mis ideas, sino porque, creo, independientemente de las creencias que cada uno de nosotros pueda tener, es una cinta que ofrece importantes reflexiones no sólo sobre la situación espiritual en la actualidad, sino sobre la forma en la que consumimos este tipo de productos.
El documental, dirigido por Jordi Évole (un periodista, comediante y guionista catalán) presenta una conversación sorprendentemente horizontal entre el Papa Francisco, desde la elocuencia y buena ondés que se ha dedicado a presentar al mundo, con diez jóvenes hispanohablantes de contextos profundamente diferentes. Una mitad de elles creyentes (desde la joven de un barrio popular, parte de un colectivo de mujeres católicas a favor del derecho a decidir, hasta la chica española que hace que tu tía panista se vea como la persona más liberal del mundo), y otra mitad formada por ateos, una persona no binarie, un sobreviviente de abuso eclesiástico, una creadora de contenido para adultos o un senegalés musulmán. Todes con una historia de conflicto (o cuando menos interés) con la espiritualidad y la religión católica.
La importancia de leer documentales
La primera nota que escribí en mi libretita cuando vi el documental fue “averiguar quién produce”, porque a partir de eso pensé en responder ciertas preguntas: ¿es una crítica a la Iglesia? ¿Es publicidad a la Iglesia —que bien les hace falta—? ¿Es un interés genuino ante la crisis espiritual de nuestros tiempos? Terminé cayendo en cuenta que Jordi Évole, uno de los directores, es un periodista al que yo sólo recordaba por preguntarle al Papa “¿es sacrilegio decir que Messi es Dios?”, un periodista y un comediante. Eso me dio un poco de paz.
Y pongo esa anécdota sobre la mesa, porque muchas veces nos es muy fácil que el documental, aunque tenga una pretensión de objetividad, también cumple y hace uso de muchas estructuras narrativas que nos encaminan o invitan a interpretar la información de una forma u otra. La música que acompaña a Francisco al entrar al recinto, las tomas de él, solo bajo la cruz, las preguntas y el orden de las preguntas montadas en la postproducción. Todas esas decisiones cumplen una función que no debemos ignorar a la hora de consumir este tipo de productos: ya sea un documental de asesinos seriales en Netflix, o una conversación del Papa con los rostros del Siglo XXI.
Para cada película, una función diferente
Hace poco hablé sobre Dungeons and Dragons y la llamé “la mejor película familiar que he visto en años”. Si lo veo de fuera, la función de la película es darme un rato de cerebro en neutral, para dejarme ir en blandito y olvidarme, por momentos, del desastre de mundo que vivimos. En el caso de hoy, es completamente diferente.
No importa qué creencias profesemos y tengamos por eje moral de nuestra vida: este documental es una invitación inigualable para sentarnos un rato a reflexionar sobre los temas que atraviesan nuestra coyuntura actual. El aborto, el abuso sexual dentro de la Iglesia, los conflictos migratorios, la pornografía, etc. Y creo que son reflexiones necesarias, tanto si las abordas por primera vez, como si vas a rumiarlas para sacar nuevas conclusiones.
Y la forma en la que Jordi encamina el documental me parece un acierto, porque no guía las conclusiones a una en específico. Yo soy ateo y estoy muy conforme con mi postura espiritual. El documental no cambió mi postura al respecto (es más, hasta reafirmó cosas que no me gustan, por decir lo menos, al rededor de la religión). Sin embargo, en un periodo histórico y una generación que atraviesa una crisis espiritual innegable, no dudo que esta hora 22 minutos pueda, si no resolver algunas dudas, sí presentarlas, invitando a reflexiones y discusiones necesarias.