Cuando estaba decidiendo sobre qué escribir en esta entrega, Renata me dijo que escribiera del Gato con Botas: El último deseo. La vi y vi en los créditos a Florence Pugh y como no puedo resistirme a Florence Pugh, me hallo aquí, ahora, escribiéndoles del gato con botas.
Embriagado de su leyenda, el Gato con Botas cae en cuenta de que se encuentra en la última de sus nueve vidas, luego de que La Muerte (personificada por el Lobo Feroz) comienza a perseguirlo. Por esto, deberá competir con un hombre burgués y la banda de Ricitos de Oro a través del Bosque Negro para encontrar una estrella mágica que le cumpla un deseo que pueda salvarle la vida.
Me gustó mucho la forma que encontraron para, a partir de una idea bastante sencilla (un gato que ya se gastó ocho de sus nueve vidas. Punto), lograron construir un guion muy sólido y con una profundidad que me sorprendió mucho ver en una cinta del universo de Shrek. Sin embargo, acá te cuento lo que más me gustó de la película.
Una historia es tan buena como su antagonista
Me parece que para ser una película que malabarea bastantes personajes antagónicos, logra marcar muy claramente cuál es la función de cada uno, cómo construirlos y presentarlos. Para empezar, un villano clarísimo: un líder criminal más malo que maloman, solamente por ser malo, con la intención de apropiarse de toda la magia del mundo sin necesidad alguna (un nepobaby cualquiera, básicamente).
Segundo, Ricitos de Oro. Además de que tiene la voz de Miss Flo, el arco de Ricitos es muy bueno: no se opone al Gato por ser Gato, sino porque los dos tienen un mismo objetivo, que sólo uno de ellos puede conseguir. Al final de la película encontramos un personaje profundo, con un viaje del héroe propio y cautivador.
Y por último, el Lobo. Dios mío, el Lobo. Quienes me conocen y me han leído como guionista, saben que las personificaciones de la muerte me encantan. Y aquí logran construir una que se escapa de las que solemos ver cuando la Muerte aparece, y que es lo que tiene que ser un antagonista: es quien le da cuerda a la trama. No es malo, sólo tiene un objetivo completamente incompatible con el del protagonista (él está cazando al gato. El Gato busca escapar de él). No tengo dudas de que si la película es buena y funciona, es sólo por la calidad que el Lobo tiene como adversario.
Hay que revalorar el cine infantil
Es posible (por el amor que le tiene mi generación… o yo, al menos, al mundo de Shrek) que olvidemos que al final del día esta es una película cuyo objetivo son las infancias. Y me encanta que así sea. Me sorprende y me emociona que, a diferencia de muchas otras historias, esta no pretenda subestimar a las y los niños, como si no pudieran entender el mundo que les rodea.
Esta es una película que aborda temas que incluso para nosotros como adultos pueden ser bastante difíciles. Tan sólo el más evidente, el miedo a la muerte, que es el miedo por excelencia, es suficiente para que a cualquiera de nosotros se le vengan abajo las rodillas.
Sin embargo, hay otro que me parece importantísimo y maravilloso: la importancia de los círculos de apoyo, el cuidado, y la ternura para enfrentar nuestro día a día, nuestros dolores y las vergüenzas del mundo. Ver al personaje de Perrito (cuyo sueño es ser un perro terapéutico), por ejemplo, ayuda al Gato a sobrellevar un ataque de pánico que me llenó el corazón de paz.
El cine enseña, para bien y para mal. Personalmente, saber que quienes vienen después de nosotros van a ver en las historias que los marquen a personajes tan poderosos como el Gato con Botas en situaciones de vulnerabilidad tan reales, con miedo, y donde la única forma de ayudarnos entre nosotros es el afecto, me da mucha esperanza por saber el tipo de personas que pueden llegar a ser.