Hay películas palomeras que nos dan dos horas de cerebro neutral para escaparnos de la vida. Hay películas más artsy y esnobs que nos hacen cuestionarnos la vida y no volver a verlas jamás. Luego hay otras, películas ligeras, entretenidas, que van a hacernos sentir lo que las segundas no pueden ni siquiera soñar con hacer. Eso es Las Tortugas Ninja.
Recién salgo del cine y todavía me siento como el chamaco regresando de la escuela, viendo una serie turbo dosmilera de las Tortugas Ninja en Jetix, mientras me echaba mi chocomilk. Y mientras salía del cine, vi a unos niños sintiendo exactamente lo mismo… y se sintió hermoso. Saber que hay algo que nos puede unir todavía como generación: tortugas mutantes adictas a la pizza pateando traseros en Nueva York.
Una película para infancias, hecha por infantes
Se ve que Seth Rogen y quienes produjeron la película lo hicieron porque estos personajes ocupan un lugar especial en sus corazones. Porque cuando hicieron la película, lo hicieron desde ese chamaco en su interior que encontró refugio en los cómics y series de las Tortugas Ninja.
Además de ese, hay otros aciertos que intentaré enlistar lo más concretamente que pueda. Para empezar, la animación. Hay cierta corriente en la animación hoy día que me encanta poder presenciar. Cintas como las de Spiderverse, The Mitchels Against The Machines, etc., que están dando muestras de técnicas que se van superando cada vez más.
Segundo, creo que le dio al clavo en la forma de volver a contar historias con personajes viejos. Sí, claro, aprovechando el cariño que ya hay por ellos, pero también dando algo nuevo y fresco. En este caso, un tema evidente: Las tortugas queriendo ser aceptadas en la sociedad, y decidiendo ser héroes con ese propósito. Y ya. Son adolescentes, piensan y actúan como tal, y se siente bien.
Banda, hay que apapachar a las infancias
Parte de lo que más disfruté en la película fue reírme en voz alta, emocionarme, y sentirme en la sala de mi casa una vez más. Sin embargo, tuve el amargo sabor de los “shhh” tan agresivos que soltamos en el cine. No para mí, sino para un niño, de no más de cuatro años que preguntaba a su papá por detalles que no terminaba de comprender de la película.
Podría hablar de las cosas que sí me molestaron en la forma en que la película abordó la temática, pero eso no es lo importante, porque la película no está hecha para mí, sino para infancias. ¿Por qué nos cuesta tanto dejarles disfrutar algo que es suyo?
Hay una noción allá afuera de que los espacios, sobre todo los culturales, deberían ser sólo para adultos, porque nos molesta convivir con la gente más pequeña. ¿Por qué? La cultura es un privilegio, ciertamente, y quienes pudimos disfrutar de él en la niñez, sabemos perfectamente lo importante que es. ¿Por qué nos habríamos de esforzar para que otras personas no puedan gozar de lo mismo?
Vean Las Tortugas Ninja, para darse una oportunidad de experimentar su niñez otra vez, y si lo hacen, gocen ser testigos de quienes la están viviendo por primera vez.