Por otra parte, el ministro de Transporte e Infraestructuras, Kostas Karamanlis, tras visitar el lugar de los hechos presentó su renuncia, diciendo que era lo mínimo que podía hacer para “honrar la memoria de las víctimas”.
Mientras, el jefe de la estación de Larisa fue detenido después de que dio su declaración, en la que negó que hubiera algún tipo de negligencia por su parte y culpó todo de este accidente a un posible fallo técnico.
Grecia está de luto
Es un hecho que las y los griegos nunca habían experimentado un accidente de tal magnitud; por ello, las autoridades también declararon tres días de luto en los que las banderas de todos los edificios públicos ondearan a media asta y se suspenderán todo tipo de celebraciones públicas.
Por otra parte, esta catástrofe provocó que los sindicatos destaparan todas las deficiencias que tiene la red ferroviaria griega, como la falta de personal, de tecnología, entre otros problemas. Incluso el presidente del sindicato de maquinistas, Kostas Genidunias, declaró indignadísimo:
“Nada funciona. Ni los intermitentes, ni los semáforos, ni el control de tráfico. Si lo hicieran, los conductores verían los semáforos en rojo y se detendrían a tiempo. Nos hemos hartado de decirlo”.