Por otra parte, la visita de Yoon se llevó a cabo dos semanas después de que Corea del Sur dio un paso histórico, se tragó el orgullo y otorgó una compensación para los trabajadores que se vieron obligados a laborar en empresas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial a través de un fondo local. Y es que el Tribunal Supremo de Corea del Sur había ordenado que Japón pagará, pero este se negó; así, para salir del aprieto lo hizo la propia Corea.
Así que ahora todo pinta a que ambas naciones quieren romper el hielo, lo que le viene súper bien a su amigo en común, Estados Unidos, que los ve como aliados en la región Indo-Pacífica y que lleva desde el año pasado convocando numerosas reuniones en las que jugó como mediador para que ambos líderes fueran poquito a poco encontentándose.
No podían faltar el celoso de Corea del Norte…
Que apenas se enteró de esta reunión bilateral y, horas antes de que se llevara a cabo, disparó un cohete de largo alcance que terminó cayendo afuerita de las aguas en las que termina la zona económica exclusiva de Japón. Como era de esperarse, el presidente surcoreano reaccionó a esto y pidió que se refuercen todavía más las cooperaciones de seguridad trilateral entre su país, Japón y Estados Unidos. Asimismo, momentos antes de volar a Tokio para la cumbre, Yoon comentó: “Corea del Norte pagará un alto precio por sus provocaciones imprudentes”.