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El poder de la ira femenina

La ira femenina no solo se trata de enojarse, llorar y vociferar (aunque son parte de ella), también se puede presentar de una manera paulatina e intelectual.

La ira ha sido culturalmente relacionada como una emoción que le pertenece a los hombres, considerada como una propiedad moral reservada para ellos (sobretodo para los que tienen complejo de “macho“). Por ejemplo, si un hombre blanco cis género está gritandole a otro por algo que le enfureció, su acción se considera poderosa, como si fuera un acto de valentía y símbolo de fortaleza y virilidad. Sin embargo, cuando la ira viene de una mujer, automáticamente es tomada por loca, por exagerada, histérica, y muchos más adjetivos que invalidan esta emoción en las mujeres.

Los hombres son socialmente recompensados por exhibir su ira, mientras que las mujeres son penalizadas por lo mismo. Incluso la Biblia en un verso de los Proverbios del Antiguo Testamento lo dice: “Mejor es morar en tierra desierta que con una mujer rencillosa e iracunda”. Y también los dichos que culturalmente han permeado en la sociedad lo reafirman: “Calladita te ves más bonita”. Y es justamente aquí cuando cae el poder e importancia de la “Ira Femenina”.

Como la mayoría de las personas, considero que el enojo y la ira no debe nublar el juicio de las personas y mucho menos debe ser el factor principal al momento de tomar decisiones. Sin embargo, considero que es una emoción necesaria, y lo que me parece más poderoso de la ira femenina es el trasfondo de la misma. La ira femenina normalmente se presenta cuando hay una limitante social, impuesta por un sistema o una ideología, como el capitalismo, el patriarcado, el racismo, entre otros. Podemos ver la transición de este hartazgo y cansancio en las mujeres de no ser escuchadas, a una intensidad y frustración tan fuerte que es imposible que permanezca en la invisibilidad y oscuridad.

La ira femenina ha sido un elemento que la sociedad patriarcal ha utilizado para reafirmar estereotipos como “la exnovia loca”, “la esposa menopáusica e histérica” o la “feminazi loca”. El privar a las niñas y mujeres de la ira es separarnos de la emoción que nos protege de la injusticia. La ira femenina no solo se trata de enojarse, llorar y vociferar (aunque estos son parte de ella), la ira también se puede presentar de una manera más paulatina e intelectual.

Por ejemplo, Mary Wollstonecraft, quien es la autora de la Vindicación de los derechos de la mujer de 1792, escribió: “Solo lucho contra la sensibilidad que le condujo a degradar a las mujeres convirtiéndolas en esclavas del amor”. Cuando Mary Wollstonecraft escribió esto fue desde la ira generada por las injusticias y la privación de los derechos a las mujeres. Este tipo de ira la podemos ver plasmada en todos los libros feministas que hablan desde temas como las corrientes feministas, hasta de los que documentan feminicidios.

Asimismo, cuando Wollstonecraft menciona que han degradado a las mujeres a ser esclavas del amor, también se interpreta que no se nos ha permitido expresar emociones que se asocien a lo negativo y antifemenino, incluyendo la ira. Tanto era el desconocimiento y miedo a las emociones intensas en las mujeres, que tuvieron que inventar en el siglo XIX una enfermedad denominada “histeria femenina” donde el método de masturbación asistida era lo que utilizaban para tratar a las mujeres. Es decir, ser mujer, y sentir, era considerado una enfermedad, hasta el punto de considerarlas “locas”.

La ignorancia y el miedo a las emociones en las mujeres ha sido parte del problema. Por eso creo que la ira femenina es muy poderosa: durante mucho tiempo se nos privó de esta, pero ha sido la base de los avances que hemos tenido en la historia feminsita.

La ira femenina es lo que mueve a las madres de las personas desaparecidas a buscarlas y a no tener miedo de exigir a las autoridades que hagan su trabajo. Tal como es representada en la película Ruido de Natalia Beristáin, la ira que se ve en la madre (Julia), es muy distinta a la que se ve en su padre. La ira es lo que la lleva a buscar hasta en fosas sépticas a su hija.

La ira femenina no debería de relacionarse automáticamente con el enojo arraigado en las injusticias sociales y culturales, ya que estas injusticias no deberían de existir, pero lamentablemente, estas son parte de nuestra realidad. La ira femenina es lo que llevó y ha llevado al movimiento feminista a ser lo que es ahora. El hartazgo de ser excluidas y privadas de nuestros derechos básicos es por lo que seguimos resistiendo. Espero en algún momento ni siquiera tener que utilizar el término “ira femenina”, para conceptualizar una emoción que por sí misma no tiene género, sino que a lo largo de la historia el patriarcado le ha adjudicado una connotación negativa sobre las mujeres.

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