Opinión Lentes Púrpura | 8M | mujeres

La jacaranda que no marchita: una crítica mediática entre tanta sororidad

A aquellas que alguna vez tachamos de radicales, hoy les gritamos en alto que sí nos representan, sin miedo y con ardor.

“Están locas”, “esas no son formas”: dos frases que me repetía, como miles de mujeres, más antes de entrar al mundo feminista con Nuria Varela y Cynthia Enloe. Un salir de boca que escuchas en una comida familiar y una crítica basada en estereotipos que, desafortunadamente, radica en la normalización de la violencia y el vivir en un país machista.

Semanas posteriores a la marcha del 8M quisiera abrir una reflexión en torno a la apertura mediática de la mujer dentro de este movimiento. Porque, así como se rechaza en un principio, el sumergirse al mundo del feminismo brinda fortaleza, conocimiento y apertura más grande de lo que se podría imaginar.

A aquellas que alguna vez tachamos de radicales, hoy les gritamos en alto que sí nos representan, sin miedo y con ardor. Pero también hoy, aquellas que alguna vez criticamos al movimiento y que ahora pertenecemos a él, somos criticadas, difamadas y juzgadas. Al vivirlo entiendes el por qué del rechazo, de la no identificación y de considerar al feminismo como una otredad; te lamentas el haber expresado de esa manera, deconstruyendote y entendiendo que el ser feminista aún tiene un costo social basado en discursos propagandísticos. Basta una noticia en la televisión o en plataformas digitales para definir una opinión, un statement y una inclinación en torno a la polémica. Constante e históricamente se ha transmitido un mensaje erróneo y, en la ignorancia, este se cree fácilmente.

La deconstrucción va de la mano en gran parte de lo que leemos, aprendemos y dialogamos. Los medios de comunicación ahora más que nunca son indispensables para transmitir un mensaje, retratar realidades, hacer protesta y expresarse. Sin embargo, estas plataformas han sido utilizadas de igual manera para perpetuar un discurso patriarcal, fomentando el machismo y la violencia contra la mujer justificándose en lo que se considera como una “libertad de expresión”. Fenómeno que circula además estratégicamente dentro de una población objetivo que es carente de educación sobre género a expensas de un Estado que se hace llamar "feminista".

Apenas regresando de la marcha visualizaba noticieros en los que se cubrían únicamente los destrozos y grafitis confundidos con vandalismo, al igual que grabaciones documentadas sobre mujeres siendo agredidas por cuerpos policiacos durante el 8M en donde, si analizamos los comentarios, no se encuentran más que opiniones en donde se menciona que las mujeres “se lo buscaron por marchar”, que “los animales son mejor compañía, porque sí se saben comportar”, y/o el famoso “¿Qué querían? Si ellas van a agredir primero”.... Personas que en la comodidad de sus hogares, con un solo clic emiten una nota que trata de desacreditar total y parcialmente todo el sentido de protesta. Protesta que no entienden, porque no la viven, y que toma fuerza mientras los comentarios de este tipo sigan existiendo.

¿Qué es lo bonito de esto? Que dentro de esa crítica están sembrando una mayor sororidad y sentido de lucha. En la marcha no hay más que coraje, unión y fortaleza, y en cada grito de consigna volamos nuestra fuerza. El entorno mediático ha ganado y mantenido el interés de las audiencias a conveniencia, a vendimia y a poder, desestimando la veracidad de hechos y datos, pero también se ha convertido en una herramienta fundamental que el movimiento feminista ha podido explotar para transimitir su mensaje, conocimiento y educación mediante movilizaciones sociales —véase la importancia de Ni Una Menos y el #MeToo— , interseccionales y de apertura de espacios seguros, tanto en lo virtual como en lo presencial, impulsando a miles de mujeres por todo el mundo a contar su historia, así como a unirse en esta lucha sabiendo que no están solas y potencializando al máximo su ser.

Y es que lo ideal es que no fuera tarea de unas, sino de todas las personas. Eso es precisamente lo que busca el feminismo: poseer y enfrentar las críticas para erradicar a una cultura de comentarios misóginos que desestima la lucha contra la opresión e invisibilidad. Esto, siempre poniendo en alto que el mensaje y el medio importan, se intencionen o no en un cambio o para un bien.

Hoy más que nunca el poder de transmisión es incontrolable y el utilizarlo como aliado de protesta es lo que va a lograr transformar, así como cuestionar la legitimidad de estos para romper con la ignorancia.

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