La maternidad es un tema que ha sido ampliamente idealizado y romantizado en la sociedad. La imagen de la madre perfecta y abnegada se ha arraigado en nuestra cultura, y a menudo se le atribuyen cualidades sobrehumanas. Sin embargo, es importante entender que la romantización de la maternidad tiene implicaciones emocionales y sociales negativas. Por esa razón, debemos preguntarnos la manera en que esta romantización puede limitar la visión de la maternidad, afectar a las madres y perpetuar estereotipos y roles de género que impiden a las madres continuar con sus metas personales y profesionales.
Para poder entender de dónde parte esta idea es necesario ver que la maternidad ha sido idealizada y, en muchos casos, no es una elección plenamente aceptada por la propia madre, sino una respuesta a una presión sociocultural que ha responsabilizado únicamente a las mujeres por el cuidado de los hijxs. La sociedad ha construido el concepto de “madre perfecta” a partir de un modelo de maternidad dominante, culturalmente aprobado, que espera que las madres se dediquen plenamente a sus hijos, atendiendo a sus propias necesidades, sin importar el cansancio que eso implique para ellas.
Durante muchos años a la mujer se le ha impuesto el papel de cuidar y ser facilitadora del desarrollo integral de la familia, convirtiéndose en una demanda con un profundo impacto en la experiencia de la madre al sentir que no está a la altura de altas expectativas, lo que genera un sentimiento de culpa. Por lo tanto, las madres están bajo presión de convertirse en la “madre perfecta”, una expectativa poco realista, ya que los requisitos son demasiado exigentes. Esto tiene un impacto negativo en el bienestar mental, la autoestima y la autoeficiencia, generando sentimientos de ansiedad y estrés. En donde la culpa es el sentimiento más recurrente en las madres, derivado del miedo a ser juzgadas por las demás, al no cumplir con ciertos estándares.
En muchas ocasiones a la mujer se le recrimina el hecho de querer salir a fiestas, volver a tener una nueva pareja sentimental, vestirse de una manera “poco adecuada” por ser madre, concluir sus estudios académicos o dejar a sus hijos al cuidado de algún externo por salir a trabajar. Hechos que impiden que las madres puedan vivir una vida integral ante las constantes demandas de la sociedad.
La romantización de la maternidad puede ocultar desafíos y las dificultades reales que las madres enfrentan día a día. En muchos casos, la desigualdad, discriminación y violencia les ha impedido a miles de mujeres desenvolverse personal y profesionalmente de forma libre. Como prueba destaca que el embarazo es la principal causa de discriminación laboral, según información del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Otra cuestión relevante es que cuando las madres se atreven hablar abiertamente sobre los desafíos y las dificultades reales de la maternidad, a menudo se encuentran con resistencia y críticas, dificultando la posibilidad de buscar apoyo y compresión por parte de otras madres y de la sociedad en general. Es conocido que cada madre tiene una experiencia única y personal de la maternidad, pero la romantización puede homogeneizar y estandarizar esta experiencia. Esto significa que no se ajustan al molde de la madre idealizada, como las madres solteras, las madres jóvenes o las madres con discapacidades, pueden sentirse marginadas o excluidas de la narrativa dominante de la madre feliz y realizada.
La romanización de la maternidad puede tener implicaciones negativas en la sociedad. Al idealizar y mitificar la maternidad, se establecen expectativas poco realistas y se perpetúan roles de género tradicionales. Es fundamental reconocer y valorar la diversidad de experiencias maternas, así como brindar un espacio para que las mujeres puedan tomar decisiones libres sobre su vida y su maternidad. Al desafiar y cuestionar la romantización de la maternidad, podemos avanzar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa para todas las mujeres y madres. Es necesario que como sociedad empaticemos con la ardua labor de cuidados que llevan a cabo cada madre, sin importar la manera en que lo estén haciendo.