La desigualdad de oportunidades y la carencia de políticas públicas contribuyen a generar abismos entre unos y otros. Mantener una mirada interseccional nos brinda la oportunidad de ver como históricamente personas y sectores sociales han sido excluidos o marginados en cuanto a los derechos de ciudadanía. Las clases bajas, y grupos sociales diversos sufren las consecuencias de las desigualdades por género y etnia; marcando las pautas ante el acceso desigual a los derechos básicos, libertades y compromisos en México.
Un ejemplo claro es que hasta hace poco las mujeres afromexicanas carecían de representación política en nuestro país, enfrentándose a una triple discriminación: por ser de origen africano, ser esclavizadas y ser mujeres. Estas formas de discriminación que se interconectan, agudizan el rechazo convirtiéndose en una barrera impidiendo que las mujeres afromexicanas puedan acceder a sus derechos y a una vida plena libre de violencia y con igualdad de oportunidades.
En México, este problema alcanza niveles alarmantes, a tal grado que mexicanos y mexicanas nacidas en el mismo día y a pocos kilómetros de distancia pueden llegar a tener vidas tan contrastantes que podría parecer que viven en países y mundos completamente distintos. Por esa razón, la interseccionalidad nos permite analizar las omisiones jurídicas y de desigualdad concretas dentro de las sociedades mediante el estudio de las diferentes modalidades de dominación y jerarquías basadas en el color de piel, nivel socioeconómico, etc.
En el caso de las mujeres afromexicanas, luego de siglos de exclusión y discriminación, se generó un profundo impacto negativo en las condiciones de vida, en el ejercicio de derechos humanos y el acceso a oportunidades. Las normas nacionales y los acuerdos internacionales de los cuales México es parte han sido incumplidos de acuerdo con lo que señalan; eso ha propiciado a la normalización de la desigualdad hacia estas comunidades.
Tal como lo señala una de las principales activistas afromexicanas, Evelia Estela Catalán Casiano: “Vivimos el racismo en carne propia, por ser mujeres, negras, de bajos recursos. No queremos que sea el dolor el que impere en nuestras luchas, sino estas formas de resistencia para seguir haciéndonos visibles y seguir exigiendo que nuestros derechos sean garantizados”.
Desafortunadamente, estas prácticas de segregación y discriminación en nuestro país han llevado a la falta de accesos a servicios básicos como la salud, educación y justicia; a la que se suman retos adicionales, como la violencia y opresión de estos grupos. Hace falta mirar este problema desde otras perspectivas para poder solucionar estas diferencias; el interculturalismo enfatiza la igualdad en la diversidad y pluralismo democrático, mediante la construcción de nuevos pactos sociales. Es indispensable dar a conocer la contribución histórica de la comunidad afrodescendiente en México ante el desarrollo cultural, artístico, musical y gastronómico, ya que esta historia rica en cultura ha enriquecido la identidad nacional con su herencia africana.
En definitiva, tener una mirada interseccional nos brinda la posibilidad de poder entender todas esas brechas diferenciales que impiden de manera significativa el progreso de todas las personas dentro de la sociedad; si buscamos construir comunidades pacíficas es imperante promover espacios en donde los individuos con más desventajas tengan la oportunidad de tener voz en espacios políticos y sociales para dar a conocer esas desventajas por pertenecer a un grupo específico, con la finalidad de erradicar la desigualdad que aqueja a nuestro país. Claramente, la lucha por la igualdad es un hecho que nos compete a todos, independientemente del color de piel, origen ético o nivel socioeconómico.