Las cosas no van tan bien en Moldavia, donde miles de manifestantes prorrusos salieron a las calles para mostrar su descontento contra el gobierno proeuropeo de la presidenta Maia Sandu. El problema es que la vida se puso súper cara desde que Rusia redujo los suministros de gas el año pasado, por lo que las facturas se dispararon, multiplicándose por seis. Ya ni se diga de la inflación, que subió en un 30% por esta fecha crisis y la invasión rusa en Ucrania. En medio de esto, los políticos simpatizantes de Moscú siguen echando leña al fuego alegando que el país no debería seguir el camino europeo.