Con la mano en la cintura, el régimen de Nicaragua prohibió las procesiones de Semana Santa en todo el país. En este nuevo golpe a la libertad de culto, las autoridades al servicio de Daniel Ortega le pusieron freno de mano a las procesiones del vía crucis y todas las demás que pudieran darse en estas festividades. Este castigo contra la religión católica —la que más tiene seguidores en el país— se da en medio de la persecución que el gobierno trae contra varios sacerdotes, desterrados, dejados sin nacionalidad e incluso condenados a prisión, como el obispo Rolando Álvarez, a quien le dieron 26 años.