Por tercera vez en su historia, Nueva Zelanda tuvo que declarar el estado de emergencia. La culpa la tiene el ciclón Gabrielle, que azotó la Isla Norte del país con muchísimo viento y lluvia. Esto provocó que miles de casas se quedaran sin luz eléctrica. Imagínate que las ráfagas rebasaron los 140 kilómetros por hora y la altura de las olas alcanzó los 11 metros. Ante la catástrofe, el nuevo primer ministro, Chris Hipkins, dijo que las autoridades buscarán echarle todos los kilos para cubrir las necesidades básicas de la población afectada.