Stoltenberg, por su parte, hizo hincapié en que, así fuera un misil ucraniano, la culpa de toda esta tragedia seguía siendo de Rusia, ya que esto no hubiera pasado si la nación ucraniana no se hubiera visto en la necesidad de responder a un bombardeo que Moscú inició con aproximadamente 100 misiles.
Por su parte, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, aseguró que la evidencia con la que cuenta su gobierno le indica que se trató de un “cohete S-300 de fabricación soviética, un misil antiguo”, pero aseguró que no tiene “evidencia de que haya sido lanzado del lado ruso”.
Saquen los bolillos pa’ l susto
Después de este anuncio, el mundo por fin pudo dar un suspiro de alivio y descartar la posibilidad del inicio de una tercera guerra mundial, ya que de momento la OTAN no se vio en la necesidad de activar el artículo 4 del organismo, que es donde se estipula que, cual lema de los Tres Mosqueteros: “¡Uno para todos y todos para uno!”. Más puntualmente: establece la creación de consultas entre los miembros para determinar las actuaciones conjuntas en caso de que uno sea atacado.
Aunque la OTAN continuará investigando el hecho para determinar, con todos los pelos de la burra en la mano, qué fue lo que verdaderamente ocurrió.
¿Hay una lección detrás de todo esto?
Al menos para el portavoz de la presidencia rusa, Dmitry Peskov, sí. Y es que, una vez que se aclararon las cosas, este miércoles salió a decirle a algunos periodistas que “este tipo de reacción frenética muestra que nunca debemos apresurarnos a hacer evaluaciones y hacer declaraciones que puedan inflamar la situación”.