Aquí el tema está en que, como Turquía no tiene ningún problema con Finlandia, es muy probable que se terminen dividiendo las solicitudes de ambos países. Así que si Turquía y Hungría aprueban pronto la solicitud de los finlandeses, como se espera, con la pena del mundo Helsinki terminaría abandonando a su amix nórdico para unirse a las sillas de la OTAN.
Por su parte, en Hungría —que también es miembro del club— el primer ministro Viktor Orban había dicho que encantado aceptaba las solicitudes nórdicas, aunque recientemente planteó que su Parlamento podría hacerles el feo, pues les preocupa que si admiten a Finlandia la OTAN adquiriría automáticamente una frontera con Rusia y esto podía poner más tenso el asunto. Sin embargo, justo por esta misma razón de cercanía geográfica tanto el presidente húngaro, Katalin Novák, como su secretario húngaro de Asuntos Exteriores, Péter Sztáray, salieron a pedirle a los parlamentarios que le den chance a ambos países de entrar a la OTAN “lo antes posible”.
¿Tons, ahora qué procede?
Por un lado, Estocolmo tiene previsto que el próximo 9 de marzo se decida internamente una propuesta que hace tiempo planteó en donde busca hacer ilegal cualquier participación o apoyo a organizaciones terroristas. Asimismo, espera que este proyecto se convierta en ley, a más tardar el próximo 1º de junio.
Por otra parte, este 9 de marzo se esperan dos cosas: 1) que una delegación del parlamento húngaro se dé un rol por Finlandia para hablar sobre su solicitud a la OTAN y 2) que Turquía retome deep talks que tenía con ambos países sobre sus solicitudes —psst! Acuérdate que estas pláticas fueron suspendidas porque se armó una protesta en Estocolmo donde los manifestantes quemaron un Corán frente a la embajada turca—.
Mientras, la OTAN ya puso changuitos para que ambos países puedan formar parte de su club a más tardar el próximo 11 de julio, que es cuando se llevará a cabo una cumbre de la alianza en Vilnius, Lituania.
Más vale prevenir que lamentar
Fíjate que, por si las flies, Finlandia —que es vecino de Rusia— mandó a poner a lo largo de varias partes de su frontera una valla de metros de altura con todo y alambre de púas, cámaras de visión nocturna, luces y altavoces. Esto con el fin de subirle un par de rayitas a su seguridad nacional y poder andar al tiro en caso de que Moscú intente pasarse de listo. Todo el chistecito le saldrá en unos 380 millones de euros (como 405 millones de dólares); se espera que la primera parte de esta construcción —que son como unos 3 km— concluya a finales de junio y que los otros 70 km queden listos antes de 2025.