• Telokwento
  • Posts
  • Reforma laboral sin burnout ni hostigamiento

Reforma laboral sin burnout ni hostigamiento

Hoy en México se discute la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Es urgente. Es necesario. Pero no suficiente.

En el último mes, he escuchado voces que se rompen detrás del teléfono. Personas que se encierran en el baño para llorar. Que se suben al auto para tener un momento de silencio. Porque no hay otro lugar donde puedan detener el mundo por un instante. 

La carga emocional, el estrés, la exigencia constante rebasan el cuerpo y la mente. Y aunque desde el acompañamiento y la escucha activa comparto ejercicios de regulación, respiración, gestión del tiempo… muchas veces me quedo pensando qué más es posible. 

El bienestar emocional no se sostiene solo con introspección. También depende de nuestras condiciones de vida: estabilidad económica, acceso a oportunidades, descanso real y redes de apoyo. 

Seguimos enfrentando condiciones laborales abusivas, horarios interminables y pagos injustos. Y, aún más grave, un sistema que ignora las necesidades como madres y trabajadoras. Hoy en México se discute la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Es urgente. Es necesario. Pero no suficiente. 

Porque si seguimos disfrazando la sobreexigencia de “compromiso”, si se premia el aguante y se castiga el autocuidado, entonces debemos preguntarnos:

¿Quién cuida la salud mental dentro del trabajo?

¿Puede hablarse de autocuidado si el entorno te empuja al límite?

¿Cómo vamos a hablar de equilibrio emocional si estamos expuestas a dinámicas laborales que normalizan la sobreexigencia, el hostigamiento, la falta de contratos dignos y los salarios precarios? 

Nos han hecho creer que el trabajo dignifica, pero el desgaste no es solo emocional: es estructural. Es un sistema que exige productividad 24/7, que romantiza el “ponte la camiseta”, que celebra jefes que escriben fuera de horario y ofrece falsas promesas al firmar un contrato. 

No podemos hablar del mismo equilibrio emocional cuando se pasa dos horas en el transporte público. No se puede hablar de “proyecto de vida” cuando el trabajo no es vocación sino supervivencia: pagar la renta, los medicamentos, la comida. Quienes trabajan mientras crían a hijas e hijos de manera autónoma saben lo que significa sostener una doble jornada sin reconocimiento ni garantías.

Somos personas que merecemos vivir, no solo sobrevivir. Cargamos con el peso de un sistema que nos aplaude cuando nos desgastamos y nos cuestiona si nos cuidamos. No sabemos estar sin hacer nada, porque aprendimos que nuestro valor depende de lo productivo que somos. 

Es tiempo de dejar de romantizar la productividad. 

De rechazar la idea de que “lo emocional” es una debilidad. 

Y de defender que una vida digna incluye descanso, alegría y pertenencia. 

En lugar de centrarnos en técnicas para ser más productivas, hagamos pausas para validar lo que sentimos. A veces decir “tiene sentido que te sientas así” es más sanador que cualquier otra herramienta. Necesitamos pactos nuevos: liderazgos conscientes, contención emocional y estructuras que prioricen la dignidad, el cuidado y el reconocimiento del trabajo en todos los espacios. 

La salud mental no es un lujo. Es un derecho

Y no se conquista sola. 

Se construye en colectivo. 

Somos mujeres que trabajan y crían.

Defendemos el derecho a trabajos que no nos enfermen, a jornadas que nos permiten cuidar sin perdernos en el intento. 

Llevamos más de 100 años esperando el acceso a una vida digna.

No podemos esperar más

Exigimos cambios. Ya. 

Porque queremos vivir, no solo resistir. 

#yoxlas40horas

SOBRE LA AUTORA

Psicóloga para entender, activista para cambiar. Afromexicana y orgullosa de mis raices y cultura. Amante del teatro y del jazz, y creyente de que el arte es una herramienta valiosa de impacto social. 

Desde la academia y la clínica, deje de apostar a patologizar el trauma. Frente al silencio en el aula sobre el impacto del contexto socio-político en la salud mental, emprendí un camino al reconocimiento de las formas de resistencia de las comunidades y acompañarlas en sus procesos de reinserción. 

Le apuesto a la narrativa en la clínica, entendiendo que somos construcciones de significados. Mis intereses abarcan temas de reinserción, economía solidaria, justicia, violencia social y autocuidado.