Este miércoles —1º de febrero—, las y los legisladores de Perú rechazaron por mayoría el primer proyecto de ley formal que hubiera hecho posible que la gente saliera a las urnas este mismo año. Eso sí, antes de votar el “No”, las y los congresistas se levantaron el cuello diciendo que era súper necesario adelantar el proceso electoral, tal y como lo exigen las protestas en las calles desde principios de diciembre del año pasado.
Aquí el tema está en que nomás no pudieron ponerse de acuerdo ni en los tiempos ni en los cómos. Y es que las bancadas tienen en mente ideas diferentes: por ejemplo, unos piden que las elecciones vayan acompañadas de un referéndum constitucional, otros consideran que primero que nada se deben de hacer unas cuantas reformas políticas, y algunos consideran que todo sería más fácil si mejor renuncia la presidenta Dina Boluarte y no deja “en manos del Congreso” el futuro del país. El caso es que, al parecer, hay intereses de por medio porque dependiendo del tipo de elecciones se sabrá a qué congresistas les tocará perder su escaño e irse a casa.
Resulta que este mismo jueves —2 de febrero— las y los congresistas peruanos tienen agendado votar por otra propuesta que plantea que se convoque a elecciones dentro de 120 días. Aunque será mejor que no cantemos victoria, pues tenemos que esperar a ver si sí se animan a darle el visto bueno.
Sin embargo, lo que sí podemos dar por un hecho es que las protestas en las calles han logrado mover algo en el Congreso peruano, que sigue atravesando una crisis de popularidad, ya que su índice de aprobación está por los suelos (en un 7%) y un 70% de la población recientemente encuestada exige nuevas elecciones.
