La dinámica de la economía en el mundo ha cambiado drásticamente en los últimos años. La pandemia del COVID-19 iniciada a finales de 2019 y latente hoy en día; la crisis de los microchips en Asía; la guerra comercial entre Estados Unidos y China; y, la invasión militar de Rusia en Ucrania iniciada en 2022; han afectado las cadenas de valor, teniendo una repercusión en el comercio exterior de todo el orbe.
La actividad económica no ha logrado recuperar los niveles previos a la pandemia, mismo que ha provocado que los gobiernos de la gran mayoría de los países hayan impulsado sus economías por medio de fuertes medidas contra cíclicas. En dichas medidas se ha buscado impulsar el mercado interno, evitando una inflación que desencadene males como lo es el desempleo o la poca capacidad de gasto público.
Es así como, el mundo, ha tenido que irse adaptando a las nuevas realidades frente a los acontecimientos mencionados. Las empresas han encontrado áreas de oportunidad en aras de lograr su supervivencia, en un mundo donde la innovación es latente día con día. México, por su posición geográfica privilegiada, al tener de vecino a Estados Unidos, tiene una representación significativa ya que dicho país representa el 22.4% del PIB mundial. Esto además de contar con un nuevo Tratado de Libre Comercio (T-MEC) con la región de América del Norte, donde en conjunto con Canadá, se concentra el 12% del comercio mundial, el 28% del PIB mundial y el 26% de los flujos globales de inversión extranjera directa.
Si miramos en perspectiva, la unión de las tres naciones de América del Norte, México, Estados Unidos y Canadá, representan casi lo que los 27 países de la Unión Europea generan del 14% del comercio mundial en su región. China, la segunda nación económicamente más importante del mundo representa el 35% del comercio exterior y es la primera vez en casi 40 años que menos crecimiento tendrá en toda la región de Asía-Pacifico según las últimas estimaciones del Banco Mundial para 2023.
En años anteriores a la pandemia, era común que la mayoría de las empresas del mundo optaran por instalar su producción en China (offshoring), ya que su costo era más barato, frente a sus lugares de origen. La tendencia ahora es el regreso de esas cadenas de valor hacia zonas geográficas más cercanas respecto a su lugar de procedencia. Esta tendencia económica es conocida hoy en día como “Nearshoring”.
La mayoría de las empresas, y recientemente las startups, buscan entrar al mayor mercado del mundo, que es Estados Unidos y no es sorpresa que México, por su ubicación geográfica y teniendo la frontera más transitada del mundo, sea un foco de gran atención para todo el mundo.
En datos, el nearshoring representaría para las empresas una reducción en los costos operativos de hasta el 23%, según cifras oficiales de México y, podría generar más $30,000 millones de dólares en inversión. Tan solo en 2022, la Secretaría de Economía informó que la inversión extranjera directa en el país aumentó 12% en comparación a 2021 y, casi el 50% de esa inversión es “nueva”, lo que confirma que el “Nearshoring” es una realidad en construcción. Las áreas de mayor impacto para el nearshoring en México son: sector manufacturero en la fabricación de automóviles y camiones; componentes eléctricos y autopartes; y, empresas de logística.
Es atinado mencionar que ya es momento de remplazar el “Made in China” por el “Made in Mexico”. Nuestro país ofrece toda una gama de seguridades comerciales y con mayor atractivo fiscal, en comparación con Estados Unidos y Europa. El T-MEC continúo facilitando el flujo de productos en la región de América del Norte, mientras que, en Asia y Europa del Este, por los acontecimientos mencionados, las cadenas de suministro se interrumpieron generando un desproporcionado aumento del costo del transporte marítimo y de los productos que se comercializan por dicha zona.
Es vital que las autoridades mexicanas se pongan a trabajar en brindar certidumbre a todas las nuevas inversiones que lleguen a partir del nearshoring. México tiene por delante una palanca de desarrollo gigantesca, la cual podría representar un potencial para el desarrollo económico que todos los gobiernos desean en sus administraciones. El gobierno no debería guiar su política económica por medio de intereses particulares y debe permitir que todas las empresas que deseen venir a México cuenten con todas las herramientas regulatorias y jurídicas para que su operación sea satisfactoria.