Opinión series | Elvis Presley | Netflix

Agent Elvis: El delicioso y genial abuso del absurdo

Lo que presenta Netflix con Agent Elvis es una serie al estilo de Bojack Horseman; una bellísima dosis de absurdo y no se avergüenza de explotarlo.

Elvis como un agente secreto de una instancia súper secreta de inteligencia de Estados Unidos, manteniendo la paz del país haciendo uso de grandes habilidades de karate y la ayuda de un mono como sidekick podría sin problemas ser el argumento de Hanna Barbera. Podría ser la serie que veía a la hora de la comida regresando de la escuela. No es el caso.

En realidad, lo que presenta Netflix con Agent Elvis es una serie al estilo de Bojack Horseman; una bellísima dosis de absurdo, consciente de ello y no se avergüenza de explotarlo. Aquí, el “Rey del rock n’ roll” forma parte de una agencia de inteligencia que a lo largo de la historia ha usado a celebridades para silenciosamente dar forma a la historia de Estados Unidos… y es de lo más divertido que he visto en mucho tiempo.

¿Quién necesita Elvis cuando tienes Agent Elvis?

A diferencia de la película de Austin Butler, en la que lo único que disfruté fue a Tom Hanks (porque es Tom Hanks), la primera temporada de esta serie no me ha dejado parar de reír. En primer lugar, porque está escrita de una manera tan buena que escenas como Elvis derrotando a puños a una horda de hippies encabezada por Charles Manson, o haciendo de su famosa junta con el presidente Nixon parte de una operación secreta fracasada que termina con un simio echándose unas líneas de coca en la oficina oval, parecen lo más natural y creíble del mundo.

Junto a eso, la serie encontró tanto las voces como el medio perfecto para funcionar. Matthew McConaughey como Elvis es divertidísimo; Priscilla Presley actuando como sí misma es un detallazo y, sobre todo, Don Cheadle entendió a la perfección lo que necesitaba su personaje (el líder de la organización súper secreta), y cómo entonar, casi cantar sus diálogos para que hasta el chiste más sutil sea una joya. Y junto a eso, una animación 2D que combina a la perfección con el tono de la serie: rápida, estimulante, violenta y absurda.

Estirar la leyenda hasta su máximo potencial

El personaje de Elvis ha estado rodeado siempre de teorías de conspiración. Un ejemplo, que incluso parecería el argumento de la serie, está publicado en el libro Is Elvis Alive de Gail Brewer-Giorgio, que asegura que el “Rey” trabajó encubierto con el FBI para desmantelar una organización criminal, hasta que lo descubrieron y tuvo que fingir su muerte.

Dudo que haya sido intencional (porque la propia Priscilla Presley es de las creadoras de la serie), pero me encanta la ironía que hay en el absurdo de la serie, sobre la forma en la que se suelen glorificar a los personajes (a Elvis incluso). De la misma forma en que Estados Unidos, por ejemplo, necesita siempre establecerse en las narrativas como el héroe del mundo y en realidad es todo lo contrario, con Elvis siento algo parecido: ante una figura que necesita establecerse tan, pero tan épica, icónica (que no niego que lo sea), buscar la forma de darle un final más acorde a su figura es normal.

No creo que haya sido la idea, pero me da risa pensar en todas las diferentes formas en las que podemos contar la potencialmente heróica vida de Elvis, con tal de eludir la verdad de que su historia es bastante triste: fue víctima del abuso financiero de su manager, y murió de la forma menos rockera del mundo: de un paro en el baño. Creo que el recuerdo ilusorio de un héroe karateca caerá mejor y eso encontramos aquí.

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