Por 90 días, los soldados chilenos del gobierno de Garbiel Boric estarán desplegados en tres regiones del norte del país para frenar los flujos migratorios que vienen de Bolivia y de Perú. Así lo anunció la ministra del Interior, Carolina Tohá, que sin pelos en la lengua dijo que la medida tiene como objetivo tener un “efecto disuasivo”. Justificados con una ley que aprobó el Congreso hace un mes, los uniformados podrán hacer controles de identidad a las personas que gusten, revisar su equipaje si lo consideran necesario e incluso detener personas para llevarlas con la policía.