Una llamada de emergencia interrumpió la mañanera de este martes. Era el góber de Tamaulipas, Américo Villarreal, quien contó a AMLO (y al mundo) que habían dado con el paradero de los cuatro ciudadanos estadounidenses secuestrados por un grupo armado el viernes pasado en Matamoros: dos están muertos, uno herido y otro en buen estado; estos dos últimos ya fueron regresados a Estados Unidos. Sus identidades no fueron reveladas por las autoridades, aunque medios como The New York Times publicaron sus nombres —eran tres hombres y una mujer— y dijeron que al menos uno de ellos murió al momento del tiroteo; se dice que viajaron el fin de semana pasado de Carolina del Sur a Tamaulipas porque uno se sometería a una intervención quirúrgica.
Además, The Washington Post dijo que un funcionario mexicano platicó que las víctimas fueron encontradas en Tecolote, cerca de la frontera entre ambos países, donde ocurrió el secuestro. Por su parte, John Kirby, vocero del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense, dijo que estaban trabajando con las autoridades mexas para obtener más información; hasta ahora, una de las líneas de investigación es que el secuestro a estas personas se dio por una confusión. Sobre los responsables, el gobierno mexicano confirmó que hay un detenido.