Pese a la infinidad de advertencias de grupos defensores de derechos humanos, en el Parlamento de Uganda hicieron oídos sordos y aprobaron uno de los proyectos de ley más opresores del mundo en contra de la comunidad LGBTIQ+. El presidente Yoweri Museven había pedido que suavizaran esta legislación para que no fuera tan dura con la gente, pero esta política mantuvo restricciones durísimas contra la diversidad sexual del país africano, imponiendo hasta la pena de muerte por realizar actos entre personas del mismo sexo y mandar a la cárcel por hasta 20 años a quienes “promuevan la homosexualidad”.