Las numerosas red flags
Ciertamente hay muchas pero la que más destaca es la del desplazamiento que está afectando a las comunidades pesqueras y agricultoras de la zona. A pesar de que algunas empresas conjuntas como la del Oleoducto de Petróleo Crudo de África Oriental prometió que pagaría por estos terrenos, los meses han pasado y las y los habitantes ya tienen prohibido pescar en la zona y sembrar cultivos comerciales como las bananas que ayudan a pagar por su comida y la escuela de sus hijos mientras que, tristemente, los prometidos pagos de compensación siguen sin llegar.
¿Y los ambientalistas?
Obvio que no se han quedado con los brazos cruzados, de hecho han tomado cartas en el asunto y han logrado generar críticas y demandas internacionales al respecto. Aunque la situación legal en Tanzania es algo compleja, ya que existe una ley que dice que toda la tierra es pública, seis grupos ambientalistas y de derechos humanos de Uganda y Francia demandaron a TotalEnergies por violar una ley francesa que exige que las empresas francesas defiendan los derechos humanos y la protección ambiental.
Desafortunadamente, el tribunal los mandó a volar a finales de febrero pero los activistas juraron continuar con su lucha dentro y fuera de los tribunales, aún si esto pone en compromiso su seguridad y bienestar, ya que muchos de estos defensores han denunciado hostigamiento, intimidación y detenciones arbitrarias.
Una de las cosas que más les preocupa
Son los posibles derrames de petróleo que podrían amenazar el lago Victoria, una fuente vital de agua dulce que abastece a 40 millones de personas que residen en Uganda, Tanzania y Kenia, así como la devastación del parque que protege las cataratas Murchison, una de las cascadas más poderosas del mundo. Asimismo han denunciado que este proyecto podría generar hasta 34 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono al año, más que las emisiones totales actuales de Uganda y Tanzania.
El otro lado de la moneda
Sin embargo, estas son preocupaciones que tanto los gobiernos de Uganda y Tanzania, como las dos compañías petroleras, TotalEnergies de Francia y China National, han calificado de exageradas, incluso falsas. Asimismo, han insistido en que buscan salvaguardar a las personas y el medio ambiente. Incluso dijeron que han respetado las leyes de los países y los principios de las Naciones Unidas sobre empresas y derechos humanos.
Mientras que algunos perciben el proyecto como un ecocidio, los funcionarios de Uganda y Tanzania consideran que las ganancias de este petróleo generarán un estimado de $2 mil millones de dólares anuales, lo suficiente para invertir en carreteras, hospitales y energía asequible en ambas naciones. Si todo es una cuestión de perspectiva, ¿qué lado de la balanza será el que pese más?