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Rumbo al Nike After Dark Tour: La ruta en el Nido
No teníamos idea a qué nos enfrentamos ni a dónde íbamos, lo único que sabíamos es que teníamos que llegar con ropa para correr y nuestros Vomero 18.

El equipo de Nike nos citó a las 7:00 de la mañana en el punto de encuentro. Había llovido la noche anterior así que todo estaba mojado y el cielo seguía nublado. El clima perfecto para correr, si me preguntan. No teníamos idea a qué nos enfrentamos ni a dónde íbamos, lo único que sabíamos es que teníamos que llegar con ropa para correr y nuestros Vomero 18. Para las 7:30 am todas las corredoras habían llegado al lugar, nos trepamos a unas camionetas y arrancamos en dirección al Periférico Norte. Yo, como buena casi sateluca, comencé a hacer una lista mental de todos los lugares a los que podríamos ir en esa zona.
El Naucalli
El Parque de los ciervos
¿Las torres de Satélite?
Hasta que una vuelta reveló el misterio: nos dirigíamos al mítico Nido de Quetzalcoatl. Este proyecto arquitectónico, creado por Javier Senosiain en el 2000, es una obra de arte a gran escala. Y es que sus estructuras orgánicas se mezclan a la perfección con los inmensos jardines que, por suerte, pudimos recorrer. Por ahí de las 8:00 de la mañana llegamos al Nido. La primera actividad consistía en… correr. Obviamente. Así que empezamos a calentar y al cabo de unos minutos comenzamos la ruta de 10 kilómetros. En cada vuelta nos fuimos adentrando en el laberinto de zonas verdes que rodea la propiedad. Sinceramente no imaginé que fuera tan grande y con tantas subidas. Lo que inició como un easy run, se convirtió en un entrenamiento de cuestas. Un ensayo general para el After Dark Tour que viviremos en CU en unos días.
Mientras corría, mi mente me recordaba lo que he mejorado y los kilómetros que he acumulado desde que comencé a prepararme para el medio maratón. Porque si algo he aprendido en este tiempo es que la única manera de volverse bueno en la corrida es… corriendo. La constancia es la clave. Claro que hay días que 5 kilómetros parecen un 30 y muchos otros en los que 15 kilómetros pasan volando. Existen muchos factores que nos terminan afectando o beneficiando, pero lo que nos hace mejorar es seguir, no parar. Si tu algoritmo, así como el mío, también está repleto de runners, seguramente has visto un clip de Eliud Kipchoge (el GOAT) diciendo:
“If you feel that pain, please keep that pain. If you feel the pain, then feel it. The more you actually move with the pain, that’s where success is.”
No es que estemos hablando de ignorar el dolor, pero sí de no dejarnos controlar por aquello que nos incomoda. Y es que correr genera un impacto en el cuerpo al que no estamos acostumbradas porque pasamos horas haciendo el mismo movimiento. Zancada, brazada, zancada, brazada. Una tras otra. Esto nos desgasta pero también nos fortalece. Además, Kipchoge también habla del dolor mental, esa vocecita que nos dice que paremos. En mi caso en particular, siempre llega cuando pienso en los kilómetros que me faltan.
Por eso, el tip que nos dio Carmen Baqué (Nike Trainer y crack de cracks) el día del Nido de Quetzalcoatl se me hizo súper útil. Nos dijo que la mejor estrategia para correr los 21 kilómetros es dividir la carrera en secciones. Por ejemplo, mentalizarte que vas a correr 7 kilómetros 3 veces. O tal vez dividirla en 4 o 5 partes. Lo que a ti te funcione. El objetivo es que te enfoques en acabar una tarea pequeña a la vez, en lugar de abordarlo todo de golpe.
Y bueno, creo que es importante darnos una palmadita de vez en cuando. Porque muchas veces nos enfocamos tanto en la meta que olvidamos todo el camino que hemos recorrido. Al final lo que cuenta son los kilómetros que acumulamos. Y la medalla del After Dark Tour, claro.

Después de correr y disfrutar de un desayuno acompañado de buena plática, nos dirigimos a una sesión de estiramiento y sound healing. Como buena yogui, agradecí darnos un tiempo para conectar con nuestro cuerpo desde un espacio mucho más interior y, sobre todo, agradecer todo lo que hace por nosotras. Y para terminar de consentir y restaurar los músculos, nos dieron terapia de compresión con botas y una descarga en las piernas (todas las corredoras tenemos una relación de amor y odio con nuestras fisios).
Para cerrar el día, tuvimos una sesión con Ruth Buendía, la stylist que nos estará ayudando a crear los looks para el After Dark Tour. Sinceramente me emociona mucho esta parte pues creo que existe algo poderosísimo en vivir la feminidad en espacios que también nos brinda el deporte. Por ahora solo tenemos un moodboard, pero estoy segura que llenaremos las calles de CU con glitter y mucha energía.
