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El deseo sáfico como revolución cotidiana
El deseo sáfico, más que ser un tipo de vínculo alternativo, es una forma distinta de habitar el mundo con otras.
Hablar del deseo sáfico es hablar de una historia de cuerpos deseantes que han sido sistémicamente silenciados, fetichizados y borrados por las narrativas hegemónicas sobre el amor y el deseo. El término “sáfico” surge de la figura de Safo de Lesbos, poeta de la antigua Grecia, quien escribía sobre su amor hacia otras mujeres. Lo sáfico ayuda a nombrar las múltiples expresiones de vínculo afectivo, erótico y romántico entre mujeres y personas feminizadas. No se trata solamente de una identidad sexual, sino de una praxis relacional que desborda las categorías normativas de género y deseo.
En su ensayo “Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence”, Adrienne Rich plantea que la heterosexualidad es una orientación no natural, sino una institución política que organiza la vida de las mujeres bajo el dominio masculino. Desde esta perspectiva, el deseo sáfico es una fuerza subversiva, ya que afirma que las mujeres y personas feminizadas pueden amarse y desearse mutuamente sin pasar por la validación o el deseo heterosexual y masculino. Por consiguiente, la existencia lésbica y sáfica ha sido desvalorizada a través de instrumentos de sexualización, patologización e invisibilización por parte de la estructura cis-heteropatriarcal. Ante esto, nombrar este deseo es, por tanto, un acto de resistencia que reconoce y visibiliza más que una orientación sexual, sino una historia de afectos, vínculos y redes de apoyo que escapan del control masculino.
De igual manera, el deseo sáfico desafía las nociones tradicionales del cuerpo. Judith Butler sostiene que tanto el género como el deseo son construcciones sociales performativas. Desear a otras personas feminizadas no sólo rompe con la heterosexualidad obligatoria, sino que desestabiliza la idea de lo femenino como algo pasivo, cuya sexualidad está destinada al placer del hombre. El deseo sáfico demuestra la capacidad de los cuerpos feminizados para producir placer por sí y entre sí mismos, más allá de su función reproductiva o disponibilidad para el otro masculino. Por lo tanto, este deseo va más allá de una orientación sexual; representa una reapropiación del cuerpo como fuente de placer, agencia y subjetividad.
Por otro lado, María Lugones señala cómo el sistema moderno-colonial jerarquiza los cuerpos dentro de categorías binarias y racializadas del género. Por lo tanto, pensar el deseo sáfico desde el racismo implícito de la colonización y jerarquización de los cuerpos es necesario para comprender y combatir la invisibilización y fetichización de ciertas corporalidades sáficas. Por consiguiente, la reivindicación y reapropiación del deseo sáfico será desde una perspectiva interseccional que reconozca las múltiples formas de opresión y resistencia de las corporalidades feminizadas y racializadas, o no será.
La inherente potencia política del deseo sáfico recae en su carácter relacional. El amor entre mujeres y personas feminizadas va más allá de lo erótico y/o romántico, se expresa en múltiples afectividades pero sobre todo, en la creación de vínculos comunitarios y de cuidado mutuo. Los afectos entre amigas, compañeras, aliadas y amantes también han sido sistemáticamente reprimidos, minimizados, y erotizados, pues estas relaciones escapan del protagonismo y control masculino. El objetivo es claro: hacer del deseo sáfico algo invisible, innombrable e inalcanzable para que los cuerpos feminizados permanezcan como algo destinado al hombre.
Sin embargo, el deseo sáfico permanece como una forma de existir y resistir ante al orden heteropatriarcal; más que ser un tipo de vínculo alternativo, es una forma distinta de habitar el mundo con otras. El deseo desde lo sáfico se convierte entonces en una afirmación radical del goce y creación de afectividades disidentes fuera de la jerarquización y control impuesto sobre los cuerpos feminizados y sus roles. Asimismo, el deseo sáfico no se limita a su esfera privada, se articula de igual manera en lo político de lo cotidiano y comunitario a través de la horizontalidad del cuidado y la ternura radical.
Al reconocer el deseo sáfico como una fuerza política y afectiva, reconocemos a los cuerpos deseantes feminizados que salen del orden heteronormativo como cuerpos que accionan su deseo desde la autonomía y legitimidad. El amor y deseo sáfico es una revolución cotidiana que surge desde la política de afectos; es una práctica de libertad, cuidados y colectividad que nos nombra y visibiliza fuera del deseo ajeno.
SOBRE LA AUTORA
Internacionalista egresada del Tecnológico de Monterrey y actual investigadora en Lentes Púrpura. Cuenta con una especialización en Estudios de Género y Sexualidad por parte de la Universidad de Ámsterdam. A lo largo de su carrera profesional, ha participado en la creación e implementación de diferentes proyectos para la promoción y protección de los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQIA+.